Juan 21:1-19
Reina-Valera 1995
Jesús se aparece a siete de sus discípulos
21 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al Mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Dídimo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo:
—Voy a pescar.
Ellos le dijeron:
—Vamos nosotros también contigo.
Salieron, pues, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada.
4 Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa, pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Y les dijo:
—Hijitos, ¿tenéis algo de comer?
Le respondieron:
—¡No!
6 Él les dijo:
—Echad la red a la derecha de la barca y hallaréis.
Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. 7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro:
—¡Es el Señor!
Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella) y se tiró al mar. 8 Los otros discípulos fueron con la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.
9 Al descender a tierra, vieron brasas puestas y un pescado encima de ellas, y pan. 10 Jesús les dijo:
—Traed de los peces que acabáis de sacar.
11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús:
—Venid, comed.
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Tú, quién eres?», sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Ésta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.
Apacienta mis ovejas
15 Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro:
—Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?
Le respondió:
—Sí, Señor; tú sabes que te quiero.
Él le dijo:
—Apacienta mis corderos.
16 Volvió a decirle la segunda vez:
—Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?
Pedro le respondió:
—Sí, Señor; tú sabes que te quiero.
Le dijo:
—Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez:
—Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?
Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió:
—Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
—Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
19 Esto dijo dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió:
—Sígueme.
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Hechos 9:1-6
Reina-Valera 1995
Conversión de Saulo(A)
9 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al Sumo sacerdote 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallaba algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajera presos a Jerusalén. 3 Pero, yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de Damasco, repentinamente lo rodeó un resplandor de luz del cielo; 4 y cayendo en tierra oyó una voz que le decía:
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 Él dijo:
—¿Quién eres, Señor?
Y le dijo:
—Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
6 Él, temblando y temeroso, dijo:
—Señor, ¿qué quieres que yo haga?
El Señor le dijo:
—Levántate y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que debes hacer.
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Hechos 9:7-20
Reina-Valera 1995
7 Los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, porque, a la verdad, oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Entonces Saulo se levantó del suelo, y abriendo los ojos no veía a nadie. Así que, llevándolo de la mano, lo metieron en Damasco, 9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión:
—Ananías.
Él respondió:
—Heme aquí, Señor.
11 El Señor le dijo:
—Levántate y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso, porque él ora, 12 y ha visto en visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
13 Entonces Ananías respondió:
—Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
15 El Señor le dijo:
—Ve, porque instrumento escogido me es éste para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de reyes y de los hijos de Israel, 16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo:
—Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
18 Al instante cayeron de sus ojos como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado; 19 y habiendo tomado alimento, recobró las fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
Saulo predica en Damasco
20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
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Salmos 30
Reina-Valera 1995
Acción de gracias por haber sido librado de la muerte
Canto para la dedicación de la Casa.
Salmo de David
30 Te glorificaré, Jehová, porque me has exaltado
y no has permitido que mis enemigos se alegren de mí.
2 Jehová, Dios mío,
a ti clamé y me sanaste.
3 Jehová, hiciste subir mi alma del seol.
Me diste vida, para que no descendiera a la sepultura.
4 ¡Cantad a Jehová, vosotros sus santos,
y celebrad la memoria de su santidad!,
5 porque por un momento será su ira,
pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro
y a la mañana vendrá la alegría.
6 En mi prosperidad dije yo:
«No seré jamás conmovido»,
7 porque tú, Jehová, con tu favor
me afirmaste como a monte fuerte.
Escondiste tu rostro,
fui turbado.
8 A ti, Jehová, clamaré;
al Señor suplicaré.
9 ¿Qué provecho hay en mi muerte
cuando descienda a la sepultura?
¿Te alabará el polvo?
¿Anunciará tu verdad?
10 Oye, Jehová, y ten misericordia de mí;
Jehová, ¡sé tú mi ayudador!
11 Has cambiado mi lamento en baile;
me quitaste la ropa áspera y me vestiste de alegría.
12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.
Jehová Dios mío, ¡te alabaré para siempre!
Apocalipsis 5:11-14
Reina-Valera 1995
11 Miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Su número era millones de millones, 12 y decían a gran voz:
«El Cordero que fue inmolado
es digno de tomar el poder, las riquezas,
la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza.»
13 A todo lo creado que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, oí decir:
«Al que está sentado en el trono
y al Cordero,
sea la alabanza, la honra,
la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos.»
14 Los cuatro seres vivientes decían: «¡Amén!» Y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Read full chapterCopyright © 1995 by United Bible Societies